La ética del fotoperiodismo

Ilustración 1 Fotografía elegida por Marc Blasco, Izar Soriano y Héctor Biela en el enlace: https://aula.junior-report.media/mod/page/view.php?id=4664 .Imagen tomada por la fotógrafa turca Nilüfer Demir el 2 de septiembre de 2015.

La necesidad del fotoperiodismo aparece a la hora de buscar una solución para que el lector elija la noticia sobre otras, además de que una imagen le da veracidad al contenido del reportaje, ¿pero realmente es necesario adjuntar una fotografía a cada noticia, dejando de lado a veces qué se fotografían humanos? 

Es cierto el hecho de que las imágenes tienen un mayor efecto en la gente cuando desastres naturales atacan, el caso de Valencia por ejemplo ha servido para sensibilizar a la población y enviar ayudar para limpiar las calles, pero quizá esa ética se pierde cuando en una guerra, en vez de fotografiar los resultados de esta en edificios, calles o estadísticas, se enseña a partir de gente muerta o malherida. Este tipo de fotos en efecto ayudan a concienciar a la gente, pero a veces resultan en un ataque a su dignidad y privacidad, como si no tuvieran capacidad de elegir si quieren ser capturados en cámara o no, si quieren que su situación sea internacionalizada.  

Es comprensible la necesidad del fotoperiodista de fotografiar los sucesos alrededor del mundo que se le encarga, pero se ha de establecer un límite. No existe problema en capturar los hogares destruidos, siempre y cuando estén vacíos, los útiles de guerra o las localizaciones despobladas, pero si se va a tomar al menos una fotografía de una familia malherida o simplemente que huye de la guerra, se debería de solicitar permiso a estos. 

Es comprensible, por parte del periodista, que tome fotos sin permiso para obtener una mayor naturalidad o porque no se conoce ningún idioma en común entre víctima y fotógrafo, pero una advertencia al capturado sería más que útil para reducir el sensacionalismo que se vive en las noticias de hoy en día a la hora de informar respecto a situaciones bélicas en países de otros continentes o para evadir la práctica de “a ver quien consigue la foto más triste”, aunque esta sea de otro situación totalmente distinta y haya sido puesta para causar reacciones.